Aun
recuerdo esas cartas que te escribía, esas miradas que me regalabas que me
hacían creer que signifique algo para ti. Al final quedamos solo como amigos,
pero los mejores amigos, de esos que no es necesario decirles que les
necesitas, pues siempre están ahí para ti, de esos que es imposible ocultarles
la realidad pues te conocen tanto como a sí mismos, de esos que si le
dices salta que yo amortiguo tu caída saltarían con los ojos cerrados. Tú
fuiste la que me enseño a sentir, a ver el mundo desde un diferente punto de
vista, pero eso es pasado, añoro las largas horas que nos sentábamos frente a
las olas del mar y me decías que con cada ola que se alejaba también se iban
con ella cada unas de tus preocupaciones y que te sentías un ser pleno.
Hablábamos tonterías de las cuales nos reíamos, y créeme esa sonrisa
tuya, tus ojos color café, jamás se irán de mi corazón, porque aun te quiero,
este sentimiento quema dulcemente mi alma, poco a poco hasta dejarla en
cenizas, entonces me llegan noticias tuyas y despacito comienzo a resurgir como
un fénix, mi alma aún sufre tu ausencia y grita que te ama, sin respuesta
alguna aun por las noches recuerdo tus composiciones de guitarra y tu dulce voz
acariciando el aire hasta llegar a mis oídos, deseo que estés conmigo todos los
días, que tu rostro sea el último que vea antes de acostarme y el primero en
recibirme por las mañanas, por eso ya derramé tantas lágrimas, me
gustaría que supieras la verdad pero sé que moriré con este secreto atascado
como un nudo en mi garganta.
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