martes, 6 de enero de 2015

MEMORIAS DE LA CENICIENTA

Memorias de la Cenicienta
por Dolfi Gomez 6 Enero 2015
Muchos cuentan una historia de cómo es que terminé casada con un apuesto príncipe, todos tienen versiones que en algunas ocasiones concuerdan y en otras no tanto. Después de vivir 63 años en este viejo palacio y viuda hace dos años quiero contar mi versión.

Todo comienza cuando mi padre conoce a la mujer más desagradable y maquiavélica del mundo, increíblemente esa misma mujer luego pasaría a convertirse en mi madrastra, fue entonces cuando la gorda esposa de mi padre llevó a sus dos hijas a vivir a nuestra casa y de esa manera arruinar nuestra tranquilidad. Hasta ese momento las cosas no estaban tan mal, pues aunque estas tres malvadas brujas siempre estaban tratando de hacerme la vida imposible, mi padre siempre estaba ahí para defenderme! Pero de un momento a otro todo cambió completamente; mi padre murió. Yo caí en una depresión horrible, estaba en plena adolescencia y me hicieron a un lado en mi propia casa, entre la servidumbre con trapos viejos y remendados, teniendo que limpiar los pisos mientras ellas se hacían la manicura. Para poder sobrellevar la situación me vi en la obligación de escaparme por las noches y llevar una doble vida, la de huérfana harapienta y la que se escapaba a caminar, a vagar y ser feliz disfrutando de la sensación de ser libre observando las estrellas y alumbrando mis sueños con la luz de la luna, esos momentos eran perfectos! Hasta que tenia que regresar donde mi malvada madrastra y volver a mi triste realidad.

Cuando me enteré de que el príncipe daría una fiesta para buscar esposa, pensé que era mi oportunidad de abandonar la miserable vida que me había tocado vivir, rogué a mis hermanastras que me llevaran a la fiesta aunque sabía que no lo harían, así que busque el collar que me había regalado mi madre antes de morir, zapatos y uno de los vestidos de mi madre que tenía guardado y cuando mis hermanastras se fueron al baile, procedí a vestirme me puse tan hermosa que ni ellas me llegaron a reconocer.
Llegue y nadie me reconoció, nadie pensó que yo era la joven que caminaba en el mercado con una pesada canasta; Se escuchaban las murmuraciones, ¡Es una joven hermosa pero se ve muy ordinaria! ¡No creo que el príncipe se fije en alguien así! en contra de toda predicción, el príncipe al verme quedo impactando, lo que la mayoría no sabía es que el príncipe a pesar de sus riquezas era un hombre humilde. Bailamos, toda la noche siendo yo la envidia de todas en el salón, creé gran misterio al desaparecer de repente, pero dejando pistas,- fui muy astuta-. En las noches cuando él salía a contemplar las estrellas yo me escabullía por los jardines del palacio y salía a su encuentro, hasta que un día deje un zapato y las pistas de donde encontrarme.

Una mañana mientras yo hacía mis quehaceres y con el zapato en manos, el príncipe fue al lugar que solía ser mi hogar, pero que ahora era propia cárcel para ver si era cierto que yo estaba allí, para no hacerles la historia mas larga les diré que ese fue el mejor día de mi vida, luego de que el príncipe intentara ponerle el zapato a mis dos gordas hermanastra sin resultado positivo, y justo cuando procedía a marchamarse sin resultados me lancé al caballo, -si! fue muy arriesgado-, pero el se desmontó y no tuvo que ponerme la zapatilla porque tan solo con verme al rostro me reconoció.

Les puedo decir que viví tan feliz como pude, ya no tenía que hacer los quehaceres domestico porque en el palacio había tanta servidumbre que no conocí la mitad de ellos, viví rodeada de tantas comodidades que a veces me molestaban, mis hermanastras y mi madrastra formaron parte de mi pasado, por lo que dirán que todo está real mente bien, pero no es así, al principio esto era realmente bueno, luego todo empezó a aburrirme, ya no podía salir de noche, o al mercado a caminar entre la multitud, ya no escuchaba las populares platicas de la servidumbre de mi antigua casa. Ya no podía fantasear a hablar con las palomas ni los ratones, ahora solo compartía tardes de té con princesas caprichosas y consentidas, y si el príncipe me trato realmente bien, pero yo anhelaba la libertad de caminar descalza por el bosque, bañarme en el río, correr tras la nada en las tardes, usar ropa ligera, no estos vestido que no podía ponerme sola, gocé de lo ostentoso de la vida, más me perdí de lo simple, hoy con 86 años y los achaques de la vejes encima reconozco que pasar de cenicienta a princesa fue un paso de la libertad a una cárcel de cristal y no fue tan bueno como creía...


3 comentarios:

Azure dijo...

Excelente relatos, me gusto mucho, seguí escribiendo historias tan lindas como esta!!! Saludos

Unknown dijo...

@azure de verdd muchas gracias por el cumplido, lo aprecio mucho!!! :)

SLOR777 dijo...

Muy buena version y con mas sentido que la origal.

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