lunes, 23 de agosto de 2010

¿Por qué?

Vago por la inmundicia de estas calles solitarias desterradas de la gracia de cualquier ser divino, sin más pasos que los míos y sin más sonido que el ruido producido desde los más recóndito de mi psiquis. Señor! Señor! Deme algo para comer, señor! Por favor. Continúo mi camino, no ciento ninguna lastima por estas desgraciadas almas, mas al ver el espectáculo es imposible el no hacerme la siguiente pregunta: ¿por qué?

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